En la incertidumbre encontraremos la libertad para crear cualquier cosa que deseemos.
¿Por qué esa necesidad de saber qué va a pasar luego? Porque el cerebro necesita seguridad. Ese es su principal propósito. Por eso nos cuesta tanto cambiar una conducta. Estamos llenos de pequeñas conexiones neuronales internas que son las que nos hacen proceder igual una y otra vez, de manera automática. Y eso a nuestro cerebro le colma de placer.
Y lo mismo sucede cuando se trata de entender o conocer lo que están pensado los demás. Ese «falso entendimiento» le da seguridad, y calma.
¿Has visto alguna vez una película con un niño? Todo el tiempo está preguntando qué va a pasar con tal o cuál personaje. «Pero, ¿se va a morir?». «Entonces, ¿no va a volver a ver a su mamá?».
Si sabes que no puedes hacer nada contra tu destino, ¿por qué te produce ansiedad la incertidumbre de mañana?
Aunque pudiera parecer que sí, la situación cuando nos volvemos mayores no varía mucho. Necesitamos saber qué viene después en nuestra vida. La incertidumbre nos supera, y preferimos inventarnos (y creernos) una mentira que esperar a ver qué sucede. Para hacer ese tipo de inferencias nos basamos en nuestras propia experiencia o en nuestras propias creencias. El silogismo «cuando ha sucedido X, acaba pasando Y» es una constante.
¿Pero dónde está el problema? Lo malo de esta tendencia de nuestro cerebro es que vivimos y actuamos en base a aquello que creemos que va a pasar (o que está pasando por la cabeza de los demás). Si yo creo que una persona tiene mal parecer sobre mi, mi comportamiento comienza a ser diferente a si creo que le caigo fenomenal. Si yo creo que una persona me va a querer toda la vida, actúo como tal. ¿No es cierto?
Por fortuna la vida es mucho más bonita, y en la mayoría de las ocasiones nos sorprende. Por mucho que creamos que estamos llevando las riendas y el control de la vida, en realidad no es así. Son muchos los acontecimientos que se escapan de nuestras manos.
Te dejo una recomendación para acabar, por si quieres acogerla. Nuestra vida funciona mejor cuando se fluye, cuando nos dejamos mecer por sus corrientes. Hay una frase sanadora que intento utilizar siempre que puedo.
«NO LO SÉ»
Ser consciente de nuestro propio desconocimiento, y de nuestra falta de control sobre lo que vendrá, nos pone en una situación de aprendizaje constante que es la que nos hace evolucionar interiormente. En una época en la que parece que hay que saberlo todo, es muy enriquecedor mostrarse dispuesto a dejarse llevar, dispuesto a descubrir.
P.D: te dejo un enlace al programa de podcast en el que hablo de «La importancia de no saber» (pincha aquí)
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