Hoy quería hablar del padre de una joven deportista que el otro día me abordó en el párking de la instalación deportiva donde acaba de realizar un taller con deportistas. Hace ya tiempo que nos conocemos y tenemos bastante buena relación, todo sea dicho de paso. Me parece una gran persona y un gran padre, sinceramente.
El problema que me expuso fue el siguiente; su hija, que lleva tiempo entrenando y mejorando sus resultados en competición, se encontraba con un tope importante ahora. Ya pre-adolescente (o quizá sin el pre), había visto que para alcanzar «su objetivo» deportivo (optar a una beca universitaria en Estados Unidos), tenía que sacrificar muchas cosas importantes en su vida. En esencia, la vida social que le nacía, las horas de ocio propio que quería, incluso horas de sueño para llegar a todo. Estudio y deporte «debían» ser desde ahora su foco en la vida en los próximos 3-4 años. A la edad de 14 años, no es sencillo de afrontar. La niña había entrado en una dinámica negativa no ya en el deporte, si no en su vida en general. Estaba apática, como perdida, e incluso se planteaba abandonar el deporte.
La ayuda que me pedía no se la podía dar en un instante, pero sí pensé que le podía iluminar algún posible camino. De manera resumida os comento la conversación:
-Cuando apuntaste a tu hija a la escuela a practicar este deporte, ¿para qué lo hiciste?.
-Porque creía que el deporte es importante en el desarrollo de su salud y en su personalidad…
– Me has dicho el por qué; ¿y el para qué?.
Después de mirarme extrañado, reflexionó y me dijo que la razón era para para que hiciese nuevas amistades y para que aprendiese ese deporte en concreto, que siempre lo había practicado él.
– ¿Y con eso qué pretendías conseguir?
– Que fuese una persona más completa, más feliz- ahí no vaciló al contestarme.
– Y ahora que ves que tu hija no está siendo feliz con el camino que está siguiendo en el deporte, ¿de qué manera crees que podrías ayudarla?
– Pero ella dice que quiere conseguir esa beca en USA…
– Siendo así, ¿qué es lo que no le está impidiendo seguir disfrutando de su deporte?
Cambió la expresión y se dio cuenta. Me dijo que iba a reflexionar sobre de qué manera había llegado esa idea de la beca USA a la cabeza de su hija (lo que había nombrado como «su objetivo») y hablaría con ella sin olvidarse que lo verdaderamente importante era sentirse feliz, serlo.
Este bonito encuentro me animó a hacer un primer acercamiento a lo que puede representar el seguimiento (o no) de los valores en el deporte; lo que en esencia pretendemos encontrar cuando hacemos (o animamos a hacer) deporte es la columna vertebral que nos permitirá sentirnos bien (o no). En este caso el padre encontró rápidamente ese origen, ese para qué. Es también necesario encontrar el de la jugadora, que es (siempre aunque desde los 12-13 años) la principal protagonista de esta película.