En estos días estoy preparando el nuevo taller que voy a realizar en la Biblioteca Pública de Madrid Iván de Vargas. A unas horas de su «estreno» me ha llamado mucho la atención la expectación que ha despertado en mi entorno. Desde luego somos conscientes de que necesitamos afrontar la vida de una manera diferente, con mayor consciencia y desde un punto de vista más proactivo. Creo que eso lo sabemos todos.
Sin embargo nos faltan herramientas para lograrlo. No sé si me lo perdí, pero a lo largo de mis casi viente años de paso por la educación oficial (EGB, BUP, COU, Universidad…) jamás me dieron claves para lograr un bienestar personal más allá de frases bienintencionadas sin contenido o ánimos para buscar, en mi futuro laboral, el secreto de la felicidad.
Vivimos inmersos en una vida de repetición, de automatismos y cada vez más alejados de lo que realmente somos, de nuestro núcleo. Esta sensación de quebranto personal es la que necesitamos cerrar, y ahí es donde surge el problema, el conflicto. ¿Cómo?
Como decía, preparando este taller en el que persigo poner en práctica herramientas que ayuden a entender aquello que siento y a encontrar vías para gestionarlo de manera más eficiente, redescubro lo importante que ha sido en mi vida la escritura. Fueron muchos años los que pasaba tiempo plasmando en cuadernos mis pensamientos, reflexiones o simplemente historias inventadas. Recuerdo (aún los tengo guardados) el cariño que tenía a esos cuadernos, aunque no sabía muy bien por qué… Ahora creo saber el motivo. La escritura manual es una forma de conectar con aquello que subyace a la mente, al consciente. Es una forma muy eficaz de conectar con el subconsciente.
Este término, subconsciente, que surge del psicoanálisis de Freud, encierra una información fundamental para nuestro devenir en la vida. El 99% de lo que vivimos, de lo que nos sucede alrededor, se escapa a nuestro consciente y acaba atrapado sólo por nuestro subconsciente. ¿Y cómo lo saco? Por medio de miedos, bloqueos, intuiciones, sensaciones, sueños sin definir… Pero está ahí, dispuesto a ser utilizado a mi favor.
Me doy cuenta de lo poco que escribo ahora (a mano). Las nuevas tecnologías me han ido apartando de ese buen hábito. Las nuevas tecnologías y el caos que supone hoy en día encontrar un hueco para este tipo de «aseo personal». Sin embargo su utilidad está ahí, tanta como la de una hora de ejercicio o una alimentación sana. En el taller que presento esta tarde, plantearé a los asistentes la necesidad de retomar (o adoptar) este hábito y lo enfocaré desde una premisa enriquecedora: «más importantes que las respuestas son las preguntas que te hagas». A lo largo del taller veremos algunas prácticas que espero ayuden a encontrar respuestas y sobre todo a instaurar nuevos hábitos.