Alcanzar la zona de excelencia, nombre que he elegido para mi sitio web de Coaching y Desarrollo Personal, puede resultar pretencioso, algo quimérico. Me gustaría explicar un poco en el siguiente post qué entiendo por la zona de excelencia, y creo que la mejor manera es explicando dos conceptos.
Cuando tengo expectativas.
Una expectativa es una posibilidad razonable de que algo suceda… Por ejemplo, voy a impartir un taller de Inteligencia Emocional y tengo la expectativa de que mis mensajes y enseñanzas calen hondo en mi auditorio. Que encuentren herramientas y modos de cambiar su vida a mejor. Genial verdad??? Pero… depende de mí? En qué medida?
Cuando tengo intenciones.
Una intención es la determinación voluntaria de alcanzar un fin… Si sigo con el caso anterior, mi intención es dar lo mejor de mi, llevar una presentación clara y que ayude a seguir mi elocución, que mi actitud sea positiva, mi manera de transmitir clara y consiga dar lo mejor que sé. Genial verdad??? Y…. Depende mí? Efectivamente, al 100% sí.
Con este contraste empezamos a entrar en lo que es la zona de excelencia. Y ahora bien, ¿ las circunstancias de la vida van a hacer que mi estado siempre sea el mismo? Claro que no, por ello si quiero alcanzar la excelencia debo ser consciente de los condicionantes del día a día y demostrar la capacidad de adaptación que se le presupone al ser humano (recuerda la teoría de la evolución de Darwin).
En resumen, si me fijo en el rendimiento y no en el resultado seré mucho más coherente a la hora de analizar mis actos. Si soy consciente de que hay muchas circunstancias alrededor de mi vida que me influyen y que no controlo, la liberación será total.
Y ahora te pregunto, ¿se puede hallar la felicidad en medio de la tristeza? Si seguimos el análisis anterior, encontramos que la vida nos trae muchas veces sucesos (pérdidas de seres queridos, relaciones que se rompen, momentos oscuros de vida…) que inevitablemente desembocan en un estado melancólico, sin excepción. Ante tal realidad, puedo encontrar mi zona de excelencia entendiendo por lo que estoy pasando, viviendo desde el amor la pérdida que sufro y buscando en mi interior la paz necesaria para que la pena sane. Incluso en un caso así, poniendo toda mi intención en mi propio bienestar, sentiré la recompensa de una vida plena.
«La muerte deja un dolor de corazón que nadie puede sanar; el amor deja una memoria que nadie puede robar»