A estas alturas ya nadie discute la importancia que supone saber gestionar los momentos de cada competición para rendir adecuadamente. Tenemos múltiples ejemplos de deportistas que consiguen brillar gracias especialmente a su control mental y gestión emocional. Por contra, encontramos ejemplos de mucho talento mal aprovechado, que no le ayuda a llegar a su objetivo final.
Dentro de esta capacidad de sacar lo mejor de uno mismo en el plano psíquico, la motivación juega un papel fundamental. Saber venirse arriba en los momentos más difíciles y saber animarse cuándo todo rueda a favor. Un pequeño repaso mental nos hará ver múltiples formas de celebrar una canasta, un gol, un buen punto, o un éxito. Del mismo modo, mantener una compostura férrea cuando las cosas no están saliendo bien, ayuda a voltear la situación.
Este dominio de la situación, saber estar en el partido, en ocasiones se confunde o se pierde con comportamientos anti-deportivos. ¿Como se distinguen unos de otros? La diferencia, como dice el título del post, la marca hacia dónde dirijo el foco. ¿Me animo o estoy faltando al respeto a mi compañero de enfrente?
La manera en que nos hablamos marca muchas diferencias, y la manera en que nos dirigimos al adversario también. Anímate, celebra tus éxitos, desprende energía para generar más energía… perfecto. Y para hacerlo de un modo deportivo, hazlo centrado en ti, en tu persona y en tus capacidades. Recuerda que la/s persona/s que están del otro lado sólo tienen el mismo objetivo que tu, y que sin ellos no habría partido.
Y por supuesto alrededor del campo de juego ésto es aplicable. Llevar el respeto por bandera es la mejor enseñanza que podemos dar al deportista en formación (sea cuál sea su nivel, edad o tipo de competición).
Antes que de deportistas, hablamos de personas, y el valor del Respeto le acompañará y abrirá puertas toda la vida.
Te ves capaz de asumir ese reto? Apuesto a a que sí. VAMOOOOOOS!!!!